martes, 23 de marzo de 2010

El hombre de la estrella.


























Son tan distintos el sonido y el viento, y sin embargo en algo se parecen: ni el mejor ojo los puede ver, pero están porque se sienten.
De esa textura, tu alma parió lo que era todo tu aliento. La rabia nunca murió, cuando mataron al perro.
Dame de esa espuma contagia valor! Que no haya tumba, ni nada que lo calla.
Se oye, como el viento, y no se ve. Se mete adentro y da batalla.
Un salvaje que no para, quiere convertirse en mi. No me quiere fiel ni falso, sólo bestia para vivir.
De esa bravura, tu sueño parió lo que aún sostiene tu aliento. La rabia nunca murió, cuando mataron al perro.
Como guía, el cielo regaló una estrella para tu frente, para que sin perder la ternura jamás, aprendieras a endurecerte.
Hay que endurecerse sin perder jamás la ternura.
Podrán cortar todas las flores, pero nunca terminarán con la
primavera.

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